Desde la restauración democrática, el Perú ha intentado desarrollar la actividad científica desde universidades y centros de investigación. No siempre con la claridad necesaria, pero con más continuidad que en otros periodos, se ha invertido en un sistema de soporte a la investigación, y se ha creado mecanismos para facilitar el trabajo de los académicos y profesionales de la ciencia. Además se ha destinado montos importantes para que nuestros científicos puedan articular su labor con comunidades globales, ampliando los horizontes de la ciencia y de la formación científica.
El principio fue que el CONCYTEC funcionara con independencia pero con la colaboración de la comunidad científica peruana, y sobre todo, impedir que se convirtiera en una fuente de prebendas.
En medio de las inmensas tareas que la crisis climática nos impone, la investigación científica es cada vez más urgente, junto con mecanismos para que el estado y los actores económicos escuchen e incorporen el trabajo de los científicos en su toma de decisiones. En otras palabras, es urgente aumentar y mejorar la investigación científica.
Aunque no sorprenda, la coalición oportunista no está de acuerdo. Ha decidido destruir la autonomía del CONCYTEC al retirar a los científicos del comité de selección del presidente, haciendo que dicho comité sea reducido a una instancia burocrática más.
¿Qué sentido puede tener esto? Se puede imaginar una reivindicación de la “ciencia popular”, o de la “democratización” del financiamiento; incluso una repartija disimulada, en la que se decida que son las universidades públicas las únicas que deban recibir financiamiento, sin importar sus capacidades humanas y materiales. Entregar dinero que luego no sirva sino para inaugurar edificios o festejar supuestos logros, mientras que la ciencia que ya se hace en el país queda desamparada, perdiendo continuidad en sus esfuerzos.
La lógica actual es clara: las excusas populistas aparecen todo el tiempo para justificar que cualquiera reciba dinero o poder, o ambos, simplemente porque no es un elitista (“caviar” es eso, una descalificación a la élite) o porque representa al “pueblo”. En un país bajo riesgos inmensos de crisis hídrica y consecuentemente de crisis alimentaria, por mencionar un tema, nadie está pensando cómo enfrentar las amenazas existenciales sino en cómo agarrar algo más del estado.
Pero en la ciencia necesitamos élites. Necesitamos ser parte de la ciencia global. Desde el fenómeno del Niño (ENSO) hasta la crisis climática pasando por la transición energética, solos no haremos nada. Necesitamos ser cosmopolitas; y solo deteniendo la barbaridad que intenta la PCM podremos avanzar.