Rápido, violento y muy cercano: protesta digitalizada y acción conectiva para tumbarse un golpe (5)
(esto es un borrador, que puede seguir siendo editado aquí o convertido en documentos distintos)
El futuro
El futuro político de un país luego de una conmoción causada por movimientos de resistencia es difícil de predecir. No es tema para este ensayo ni para mis intereses tratar de encontrar la ruta del cambio del Perú, o discernir el rol que los jóvenes movilizados puedan tomar. Pero hay experiencias históricas recientes sobre lo que es necesario para que los movimientos virales se conviertan en movimientos sociales, anclados en demandas concretas y viables, y que puedan ser actores políticos incluso cuando en la política de contienda, para ya no hablar de la política electoral.
Más aún, la situación en el Perú fue tan violenta y rápida que es difícil determinar si podrá ser recogida por algún actor con intenciones de convertirse en actor político, o solo quedará como la explosión de una colección de actores sociales. Un reclamo radical contra una injusticia que se viralizó por la manera como las distintas mutaciones reforzaron la acción en el mundo real, logró su objetivo primordial y luego, hasta cierto punto, se agotó. La confluencia de actores sociales que le dio fuerza nació de una convergencia de interpretaciones que no tiene por qué estar basada en una convergencia política, para ya no decir ideológica.
Un ejemplo de esto puede ser el rap de Terco92, Carta para el Congreso. No pretendo juzgar la importancia o popularidad de este artista, pero la canción, lanzada el 10 de noviembre, tiene una urgencia e inmediatez (el cantante lee la letra de su teléfono en el video enlazado) que claramente es reforzada por la temática tratada:
Ratas, a ustedes solo los mueve la plata
Primero son sus intereses antes que la patria
…
Merino solo es un títere de la corrupción
Vendido a las mafias que gobiernan esta nación.
El discurso del video es el sentido común de la sociedad, que se expresa en las protestas. La solución es traerse abajo al gobierno usurpador, pero no es una solución sino un retorno al status quo ante, una restauración democrática mínima —que no implicaba retornar al presidente vacado, sino sacar a los golpistas. Los distintos grupos sociales pueden tener una solución ulterior, pero no es un programa lo que reunió a los actores de la protesta: es un resultado concreto. Pero no es un programa político para ganar elecciones o incluso para construir sentido común propositivo. Eso es lo que está pendiente.
¿Qué sigue después? El caso egipcio puede servir como posible ruta: la movilización para derrocar a Mubarak fue exitosa, y forzó elecciones libres, por primera vez en la historia de ese país. La única organización política con base social existente era la Hermandad Musulmana, que fue capaz de ganar la elección con facilidad; pero su lógica política no era necesariamente compartida por la población movilizada para hacer caer a Mubarak; el resultado fue que no le costó mucho esfuerzo a las fuerzas armadas egipcias hacer que los errores y excesos de la Hermandad Musulmana se multiplicaran rápidamente, y que pudieran ser usados como pretexto para un golpe.
Cosas simples como estas: la minoría cristiana (copta) en Egipto vivía aceptablemente segura durante la dictadura de Mubarak; sin embargo muchos de sus miembros se movilizaron y protegieron a sus compatriotas egipcios durante las protestas, pues eran vistas en términos republicanos (libertades civiles y democracia política) antes que como un asunto identitario religioso. Pero el gobierno de la Hermandad Musulmana permitió abusos contra los cóptos, no necesariamente por interés propio sino porque parte de sus miembros fueron objetivos de <Al Qaeda y de Daesh, el estado islámico, con quienes parte de los miembros de la Hermandad podían tener sino simpatía, al menos tolerancia. La llegada de un gobierno militar ofreció seguridad a los cóptos (fuente: testimonio personal que recogí por accidente de un emigrante egipcio en EEUU en junio de 2016).
En el Perú no hay Hermandad Musulmana o minorías bajo opresión política abierta (habiéndola en cuanto explotación económica y postergación social, qué duda cabe). Pero si hay una estructura de corrupción, capaz de ganar elecciones a pesar de la demanda popular por algo distinto; y al frente hay un movimiento latente, que sabe que puede sacar a usurpadores, pero que no tiene capacidad de acción política formal todavía.
La ausencia de actores políticos que no se centren en reivindicaciones específicas, en grievances culturales al estilo de Con Mis Hijos No Te Metas, o simplemente en la protección de sus intereses cuasi o efectivamente delincuenciales, es un gran problema en el Perú. Como el ejemplo del caso egipcio lo demuestra, la capacidad de maniobrar tácticamente una vez que se logra el objetivo primordial, de la primera etapa, es una carencia severa para los movimientos “instantáneos” que se crean aglomerativamente gracias a “programas mínimos” expandidos viralmente. Como dice Tufekci, los riesgos son mayores cuando son infantes, que como sabemos son poderosos y toman mucho espacio, pero están poco preparados y son frágiles ante la vida.
El éxito viral no garantiza el éxito político. Lo crítico es encontrar rutas de sostenibilidad que permitan que la acción conectiva baje la tasa de ataque pero mantenga el R0 sobre 1. No se trata de contagiar a todos lo antes posible, sino de contagiar a la cantidad necesaria manteniendo la sensibilidad de la población a los temas que crearon al movimiento. La lucha contra la corrupción o un país más justo son objetivos tácticamente difíciles de manejar salvo cuando el enemigo se ofrece tan claramente, como lo hizo la alianza corrupta, en los días del noviembre pandémico peruano. Normalmente será necesario hacer política con más precisión pero menos amplitud, y ciertamente con mucho trabajo convergente fuera de la red. Acción colectiva de la antigua para potenciar y sostener la acción conectiva del ahora.
Lima, 2 de diciembre de 2020 (primer borrador). 10 de diciembre de 2020 (segundo borrador).